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Resumen semanal 17/05
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Resumen semanal 17/05

Enfrentamiento insostenible

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Albert Millan
may 17, 2025
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Resumen semanal 17/05
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Resumen macro de la semana

Esta semana ha habido muchos eventos interesantes que analizar en el panorama geopolítico y económico. A continuación, listo las noticias más destacadas. Vamos allá:

  • Se confirma lo que cualquier observador objetivo de la realidad: la inflación está muerta. En abril, los precios al productor en EE.UU. (que directamente afecta a la medida preferida de inflación de la FED) sorprendieron a la baja, con una caída del 0,5% impulsada principalmente por una fuerte reducción en el coste de los servicios, la mayor desde 2009. Este descenso se explicó (por la parte negativa), en gran medida, por la menor demanda en sectores clave como el transporte aéreo y la hostelería, impactados por las políticas proteccionistas de la administración Trump, el endurecimiento migratorio y declaraciones controvertidas que han afectado el turismo y la confianza del consumidor.

    Los precios mayoristas de servicios se contrajeron un 0.7%, destacando una caída del 3.1% en tarifas hoteleras, un descenso del 6.9% en comisiones de gestión de carteras y un 1,5% en tarifas aéreas. Estas componentes, como hemos dicho, forman parte del índice de precios al consumidor núcleo, una medida clave para la Reserva Federal, que actualmente persigue un objetivo de inflación del 2%.

    Este escenario coincide, e incita a ello, con la esperada reanudación de recortes en las tasas de interés por parte de la Fed, posiblemente a partir de septiembre o diciembre, ante la desaceleración inflacionaria.

  • Trump cerró el fin de semana con un anuncio muy agresivo que tenía como objetivo a las empresas farmacéuticas. El presidente ha anunciado su intención de firmar una orden ejecutiva para imponer una política de “nación más favorecida” en los precios de medicamentos, con el objetivo de alinear el coste que pagan los estadounidenses con el precio más bajo que abonen otros países desarrollados. En términos prácticos, esto supondría recortes que oscilan entre el 30% y el 80% en muchas prescripciones respecto a los niveles actuales.

    La medida se centra en aplicar precios de referencia internacional, una idea que ya fue explorada durante su primera presidencia, pero que fue entonces bloqueada por los tribunales. En esta ocasión, Trump propone un rediseño más ambicioso, que afectaría a un conjunto mucho más amplio de medicamentos que los actualmente negociados bajo el marco de la Inflation Reduction Act promovida por Joe Biden, que ha permitido a Medicare establecer precios reducidos para solo 10 medicamentos hasta ahora.

    La industria farmacéutica ha reaccionado con preocupación. Desde PhRMA, su principal grupo de presión en EE. UU., ya han advertido que cualquier forma de fijación de precios por parte del gobierno es perjudicial para los pacientes estadounidenses, subrayando el impacto potencial que tendría sobre la inversión en innovación.

    La cuestión de fondo sigue siendo la misma: Estados Unidos paga, en muchos casos, hasta el triple por los mismos medicamentos que otros países ricos. Trump busca corregir este desequilibrio y trasladar parte del ajuste al resto del mundo. En sus palabras:

    Los precios subirán en otros países para igualarse, trayendo por primera vez en años justicia para América.

    — Donald Trump

    El razonamiento político es claro: si el resto del mundo ha disfrutado durante décadas de medicamentos baratos a costa del contribuyente estadounidense, ha llegado el momento de reequilibrar la balanza. No hay detalles aún sobre cómo se implementará esta nueva versión del programa ni sobre los mecanismos legales que utilizará la administración Trump para sortear el bloqueo judicial previo. Pero el anuncio marca un giro relevante en su agenda de política sanitaria, que ahora busca presentarse como defensora del consumidor frente a las grandes farmacéuticas. Si se concreta, la medida podría afectar directamente a un mercado que mueve más de 400.000 millones de dólares al año solo en EE. UU. y que se encuentra cada vez más en el centro del debate político en plena campaña electoral.

  • El acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y China en Ginebra ha supuesto una tregua inesperadamente positiva en la guerra comercial más disruptiva del último lustro. Ambos países pactaron una reducción significativa de aranceles durante los próximos 90 días: Washington reducirá del 145% al 30% sus tarifas extraordinarias impuestas en abril, mientras que Pekín recortará sus aranceles del 125% al 10%.

    El anuncio provocó una inmediata reacción alcista en los mercados, con subidas destacadas en Wall Street, caída del oro y una apreciación del dólar, al disiparse —aunque sea temporalmente— los temores de estanflación global y ruptura permanente de las cadenas de suministro. Aunque estos aranceles aún están lejos de los niveles previos a la ofensiva arancelaria de Trump, la noticia ha superado las expectativas de muchos analistas e inversores, especialmente por la rapidez y magnitud. Los encuentros cara a cara entre Scott Bessent y Jamieson Greer con sus homólogos chinos no solo evidencian una voluntad clara de evitar el desacoplamiento económico, sino que han devuelto el diálogo a un terreno constructivo.

    El impacto económico acumulado de esta guerra comercial ha sido enorme: más de 600.000 millones de dólares en intercambios paralizados, despidos en industrias clave y una ralentización de la inversión industrial. La presión política y empresarial para evitar el colapso definitivo de las relaciones bilaterales ha terminado dando frutos. Por parte china, el viceprimer ministro He Lifeng ha descrito las reuniones como francas y constructivas y ha destacado los avances sustanciales logrados. No obstante, tanto Bessent como Greer han subrayado que esto es solo el inicio. En los próximos tres meses, ambas delegaciones discutirán cuestiones no resueltas como las barreras no arancelarias, las políticas de subvención a capital y trabajo, y la apertura del mercado chino a empresas estadounidenses.

    Un componente clave del entendimiento ha sido la creciente colaboración china en el control de precursores del fentanilo, una exigencia que Trump convirtió en bandera bajo la declaración de emergencia nacional. Es la primera vez que los representantes chinos muestran disposición tangible a frenar este flujo.

    Quedan muchos frentes abiertos —incluidos los aranceles eliminados sobre envíos de bajo valor desde Hong Kong o la reestructuración de subsidios internos—, pero el giro es claro: ambos países parecen haber entendido que una economía global fragmentada por barreras comerciales asfixiantes es una amenaza común. Como hemos adelantado desde el principio, el perfil de Trump no es el de un destructor y presidente descuidado, si no la de un negociador, y aunque el camino será arduo, al final el mundo saldrá con menos barreras comerciales que al inicio.

    Ha hecho falta poco para cambiar la percepción y flujos en los mercados: los fondos de renta variable estadounidense han registrado entradas netas por valor de 1.500 millones de dólares en el último mes, el mayor flujo positivo desde febrero. Este repunte contrasta con las salidas de 5.000 millones de principios de abril, una fuga que marcó un récord de al menos cinco años y reflejaba el miedo extremo a un escenario de guerra comercial sin salida. El cambio en el sentimiento ha sido radical: solo un 1% de los gestores prevé ahora una recesión, frente al 42% del mes anterior, una reversión tan rápida como reveladora del grado de sobreventa emocional alcanzado.

    La moderación de las tensiones geopolíticas, particularmente en el frente comercial, ha propiciado un retorno acelerado de los inversores europeos al equity estadounidense. No porque se haya resuelto nada estructuralmente, sino porque el mercado ya había descontado el peor escenario posible. El rebote actual no responde tanto a una mejora de fundamentos como a una corrección del exceso de pesimismo. Wall Street, como tantas veces, no necesita buenas noticias, solo que las malas sean un poco menos malas de lo esperado.

  • Como siempre, la EIA, en su STEO, mantuvo un tono muy pesimista sobre el mercado del petróleo y sus expectativas para este año y el siguiente, si bien la mayoría de ellas se encuentran poco ancladas en la realidad observada. El entorno macroeconómico global previsto por la EIA refleja un endurecimiento de la política comercial estadounidense, con aranceles más agresivos sobre las importaciones desde China y un impacto desigual sobre los países exentos. Esto, combinado con un repunte de la producción (aquí ya empiezan a no atar bien las ideas…), marca una tendencia a la baja para el petróleo a lo largo del próximo año.

    Para el propio petróleo, prevé una caída gradual del precio del Brent desde los $65/b actuales hasta los $62/b en la segunda mitad de 2025 y $59/b en 2026. Este descenso vendrá impulsado por un aumento sostenido de la producción (1M b/d por año) y acumulación de inventarios. La oferta crecerá entre 1,3 y 1,4M b/d anuales hasta 2026, con el grueso proveniente de países fuera de la OPEP+. Si observamos los datos reales, vemos como la producción de la OPEC no sube, y salvo que haya un gran repunte de precios, caerá en el año. En concreto, como resumen, así describen el mercado:

    • Producción de petróleo en EE.UU. se mantiene robusta con 13.42M b/d para 2025 (+90k b/d m/m) y 13.49M b/d en 2026 (+70k b/d m/m).

    • La producción de gas seco cae ligeramente: 104.9 Bcf/d en 2025 y 106.4 Bcf/d en 2026.

    • La producción global de líquidos se estima en 103.7M b/d en 2025 y 104.6M b/d en 2026.

    Como de costumbre, fantasía pura.

    No ayudó tampoco al precio que Donald Trump afirmase que Estados Unidos está muy cerca de cerrar un acuerdo nuclear con Irán, y que Teherán habría aceptado, al menos parcialmente, los términos planteados. La declaración se produjo durante su visita al Golfo, en medio de negociaciones discretas que se han intensificado en las últimas semanas pero que se encuentran aún lejos de resolver los principales puntos de fricción. A pesar de ello, el mensaje de Trump ha tenido un efecto inmediato: el precio del crudo cayó unos 2 dólares ante la expectativa de una relajación de sanciones que permitiría el retorno del petróleo iraní al mercado.

    Irán sigue manteniendo su derecho a enriquecer uranio en su territorio como línea roja, aunque ha mostrado cierta flexibilidad: estaría dispuesto a reducir los niveles de enriquecimiento y a eliminar parte de sus reservas más concentradas, siempre que se respeten los umbrales pactados en el acuerdo de 2015. No obstante, el gran escollo sigue siendo la negativa de Washington a levantar las sanciones más severas sin una renuncia explícita por parte de Irán al enriquecimiento interno, algo que Teherán considera inaceptable. Además, existen desacuerdos sobre el destino final del uranio enriquecido que sería retirado, y sobre si ese proceso se haría por etapas, como propone Irán, o de forma inmediata, como exige EE.UU.

    En paralelo, Irán ha enviado señales de que estaría dispuesto a aceptar inspecciones internacionales más estrictas, limitar su enriquecimiento exclusivamente al uso civil y comprometerse a no fabricar armas nucleares. Pero el contexto no ayuda: el cruce de declaraciones entre líderes de ambos países ha vuelto a escalar. La clave, más allá del contenido técnico del acuerdo, es que ambas partes parecen estar midiendo cada gesto con una lógica de contención. Nadie quiere la vía militar. Pero nadie quiere tampoco ceder el primer movimiento sustancial. Si finalmente se alcanza un pacto, no será por confianza, sino por necesidad. Irán necesita oxígeno económico tras años de sanciones, y EE.UU. quiere evitar un nuevo frente abierto en un momento de máxima tensión global. La posibilidad de un acuerdo es real, pero dependerá de cuánto estén dispuestos a fingir que no están cediendo mientras, en los hechos, ambos retroceden un paso.

Cartera Modelo

La rentabilidad de la cartera modelo es de -2.58% YTD vs +1.64% para el S&P500 (nuestra cartera en €, lo que resta a nuestra cartera un un 10% este año, si no ya estaría en positivo, vs el S&P en $) y del +63.3% vs +47% para el S&P500 desde inicio (septiembre 2022). A cierre del viernes, la composición es la siguiente:

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