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Análisis comentario G&R Q125
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Análisis comentario G&R Q125

El resurgir oculto del platino y del paladio

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Albert Millan
jun 01, 2025
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LWS Financial Research NO ES un servicio de asesoria financiera, ni su autor está cualificado para ofrecer este tipo de servicios.

Todo el contenido de esta web y publicaciones, así como todas las comunicaciones por parte del autor, tienen un propósito formativo y de entretenimiento, y bajo ninguna circunstancia, expresa o implícita, deben ser consideradas asesoramiento financiero, legal, o de otro tipo. Cada individuo debe llevar a cabo su propio análisis y tomar sus propias decisiones de inversión.


En este deep dive, vamos a analizar el comentario de Q125 de Goehring&Rozencwajg, una firma de inversión americana especializada en materias primas, y que siempre tiene una visión muy interesante y rompedora. En este caso, realiza un análisis del actual entorno macro y de cómo el sector de los PGM puede estar apunto de iniciar un nuevo mercado alcista. Esta idea ata perfectamente con nuestra idea compartida en el artículo de Sylvania Platinum, que combina un enfoque macro parecido al de G&R con una idea micro de evolución de la propia compañía. Lo compartido en este artículo, aunque sea en primera persona, corresponde a la investigación y opinión de G&R, no de LWS Financial Research.

El resurgir oculto del platino y el paladio

Creemos que ha llegado el momento de prestar seria atención —y capital— al sector de los metales del grupo del platino (PGM) y a las compañías cotizadas vinculadas a su extracción y procesado. Tras dieciséis años de mercado bajista en platino y casi cuatro años de caídas en el paladio, el sentimiento inversor es desolador. El consenso —convertido en dogma— sostiene que el auge de los vehículos eléctricos hará irrelevante la demanda futura de estos metales. Sin embargo, los datos actuales apuntan justo en la dirección contraria.

Las condiciones de déficit en ambos metales no solo son reales, sino que probablemente se mantendrán durante más tiempo del que el mercado anticipa. La demanda ha mostrado una resistencia inesperada, mientras que la oferta —tanto de fuentes mineras como recicladas— continúa decepcionando. Lo más relevante es que la demanda de inversión, históricamente el factor oscilante del mercado de platino, está empezando a resurgir. Se están produciendo cambios estructurales en la demanda con implicaciones importantes. Aproximadamente el 65% de la producción mundial de platino, paladio y rodio se destina a catalizadores automovilísticos. A pesar de ello, el mercado ha adoptado una visión unánimemente bajista sobre esta fuente clave de consumo, con la narrativa dominante sosteniendo que los PGM quedarán obsoletos con la electrificación del parque automotor.

Pero esa narrativa comienza a resquebrajarse. La ralentización en las ventas de vehículos eléctricos a nivel global ha puesto en entredicho las previsiones más optimistas. Está surgiendo un escenario más matizado, donde los motores de combustión interna (ICE) podrían seguir registrando cifras de ventas sostenidas hasta bien entrada la década de 2030. Esto implicaría un soporte estructural para la demanda de PGM durante al menos otra década. Las cifras lo ilustran con claridad: las ventas mundiales de vehículos ICE alcanzaron su pico en los años previos a la pandemia con 95 millones de unidades, cayeron a 75 millones durante 2020-2021 y ya se han recuperado hasta tasas anualizadas cercanas a 90 millones. Incluso bajo un escenario conservador, donde las ventas de EV crecen de 14 millones en 2023 a 40 millones en 2030, las ventas de ICE podrían mantenerse estables en torno a los 90 millones hasta, al menos, 2033. Y eso sería el escenario prudente. Si la adopción de eléctricos sigue decepcionando, el potencial alcista para la demanda de PGM podría ser aún mayor.

Hay una tendencia menos comentada, pero con potencial estructural igual o mayor que la del coche eléctrico puro: el auge del vehículo híbrido. Aunque se mantiene el escepticismo sobre la economía y la utilidad real de los EV, cada vez hay más argumentos a favor de los híbridos. La razón es sencilla: la eficiencia energética total de un híbrido supera tanto a la de los vehículos 100% eléctricos como a la de los motores de combustión tradicionales.

Este diferencial técnico tiene implicaciones directas sobre la demanda de metales del grupo del platino (PGM). Los convertidores catalíticos requieren altas temperaturas para funcionar de manera óptima. En un ICE convencional, el motor está en marcha de forma continua, permitiendo que el catalizador alcance y mantenga esas temperaturas. En cambio, en un híbrido, el motor se enciende y apaga constantemente, lo que provoca que el catalizador funcione a menor temperatura y con menor eficiencia. Para compensarlo, los fabricantes aumentan la carga de PGM por vehículo, en algunos casos añadiendo hasta un gramo adicional.

La narrativa dominante sobre la superioridad energética del motor eléctrico empieza a desmoronarse cuando se analiza el ciclo completo de energía: desde la generación eléctrica hasta la fabricación de las baterías. Si se parte de 100 kilovatios-hora de energía primaria, un ICE convencional puede recorrer un 20% más distancia que un EV cuya electricidad proviene de una red alimentada por gas natural. A modo de referencia, mientras un ICE eficiente logra unos 37 millas por galón, un híbrido alcanza 58. Traducido a consumo energético: el híbrido necesita solo 63 kWh por cada 100 millas, frente a los 98 kWh del motor de combustión. El resultado es doblemente favorable para la tesis del PGM: mayor penetración de híbridos implica mayor carga de metales por unidad y, al mismo tiempo, la narrativa de eficiencia que sostenía al EV pierde fuerza. El mercado aún no ha internalizado completamente estas implicaciones.

El repunte en la demanda de metales del grupo del platino (PGM) impulsado por los híbridos es solo una parte del nuevo ciclo alcista. El segundo gran motor que se está consolidando es el endurecimiento progresivo de las normativas globales sobre emisiones. Hoy, el 98% de los vehículos nuevos incorpora catalizadores, con una carga media de PGMs estimada en 5 gramos por unidad. Pero todo apunta a que ese número está a punto de aumentar. El razonamiento físico es directo: cuanto mayor sea la carga de metales en el catalizador, mejor será su rendimiento. En Europa y Japón —donde las normativas son más estrictas— los catalizadores ya incluyen entre 7 y 9 gramos de PGMs. En EE.UU. la media se sitúa cerca de los 5 gramos. China y buena parte de los países emergentes se mueven aún en el rango de 3 a 4 gramos, pero esto está cambiando rápidamente.

Tanto Europa como China se preparan para implementar nuevos estándares de emisiones antes de 2030. En el caso europeo, se avecinan los estándares EU7 (para vehículos ligeros) y EU VII (para vehículos pesados), que implicarán un aumento sustancial de la carga metálica. En China, la introducción de CN6 en 2021 elevó la carga media de 2,5 a casi 4 gramos; con CN7 se espera alcanzar los 5 gramos por vehículo, convergiendo con los niveles occidentales. India también avanza en esa dirección. A esta tendencia regulatoria se suma una variable técnica: el crecimiento de los motores turboalimentados. Aunque incrementan potencia y eficiencia, generan más partículas y obligan a reforzar los catalizadores con aproximadamente 2 gramos adicionales de PGMs por unidad. Actualmente, solo el 50% de los ICE nuevos a nivel mundial están turboalimentados, pero esa proporción probablemente aumentará en paralelo al endurecimiento normativo, presionando al alza la demanda de PGMs.

Hoy, la demanda global de platino, paladio y rodio ronda los 18,7 millones de onzas, de las cuales un 65% se destina a catalizadores, un 10% a joyería e inversión, un 9% a procesos químicos y refino, un 8% a electrónica y vidrio, y un 3% al sector médico. Teniendo estos datos en consideración, esta cifra podría alcanzar los 23 millones de onzas en 2032 —un incremento del 23%—, incluso bajo supuestos optimistas sobre adopción de vehículos eléctricos. Tanto el mercado del platino como el del paladio ya han entrado en déficit. En 2023, la escasez de platino fue de 750.000 onzas; en 2024, de 680.000 onzas. Para 2025, el World Platinum Investment Council estima otro déficit cercano a las 500.000 onzas. Eso representa aproximadamente un 9% de la demanda total. Todo apunta a que la tendencia es estructural y que las carencias de oferta se agravarán con el tiempo.

En este escenario confluyen tres factores principales. El primero es la contracción en la producción minera de Sudáfrica (principal país productor del mundo), que ha disminuido en torno a 400.000 onzas. La causa es clara: la debilidad persistente en los precios ha obligado a los productores a reducir la extracción en pozos profundos y costosos, operaciones que desde hace tiempo rondaban el límite de su viabilidad económica. El segundo factor es la presión sobre el suministro reciclado, que ha caído cerca de 300.000 onzas en el último año. Esta reducción se concentra en los catalizadores automotrices reciclados, y las razones son tanto económicas como de comportamiento. Los precios de los coches usados se han disparado en los últimos años, lo que ha elevado la edad promedio del parque automotor. En Estados Unidos, los conductores simplemente retienen sus vehículos por más tiempo: en 2024, la edad media alcanzó un récord de 12,6 años, aumentando seis meses desde 2020.

Aunque el consenso espera una recuperación en el suministro de chatarra en 2025 y 2026, conforme los vehículos más antiguos se retiren del mercado, somos escépticos. Los precios de los coches nuevos siguen elevados, y la reciente reintroducción de aranceles bajo la política económica de la administración Trump añade presión al alza que podría retrasar aún más la renovación del parque. Por último, los puntos positivos en la demanda industrial se ven contrarrestados por un desplome en el apetito inversor, especialmente en platino. Los culpables son conocidos: tipos de interés reales en alza y precios spot a la baja, combinación que ha drenado el entusiasmo de los inversores occidentales. Desde 2020, la inversión en platino físico ha caído un 75%, impulsada en gran medida por rescates en ETFs físicos de platino, reflejando una tendencia que se observa también en otros metales preciosos.

Los grandes déficits acumulados en los últimos dos años han erosionado de forma significativa las existencias de inventarios. Tras alcanzar un pico cercano a los 5 millones de onzas en 2022, las reservas visibles de platino han caído aproximadamente 1,5 millones de onzas. Si nuestras proyecciones para 2025 se cumplen, los inventarios podrían situarse en torno a los 3 millones de onzas, una caída cercana al 40% en apenas dos años. En paralelo, el precio promedio recibido por los productores de metales del grupo del platino ha descendido casi un 50% en los últimos tres años. Mientras que a mediados de 2021 la cesta de precios se aproximaba a los 3.000 dólares por onza, hoy ha retrocedido hasta niveles que rondan los 1.200 dólares. A estos precios, cerca del 40% de la producción minera global opera en o por debajo de su umbral de coste variable, lo que implica un entorno de rentabilidad prácticamente nula para una parte significativa de la industria.

Los datos individuales de las minas confirman lo que sugieren las cifras agregadas: la rentabilidad se ha evaporado y el impacto en la oferta ya es tangible. Desde principios de la década, la producción de platino en Sudáfrica ha descendido de 4,5 millones a 4 millones de onzas, una caída de medio millón. La producción de paladio también se ha reducido, pasando de 2,7 millones a 2,3 millones de onzas. En un reflejo reciente de esta situación, Impala Platinum ha comunicado que está considerando el cierre de su mina Lac des Iles en Canadá, que aporta alrededor de 280.000 onzas anuales de metales del grupo del platino, con un 90% de esa producción correspondiente a paladio. La operación se encuentra actualmente operando con pérdidas profundas. En cuanto a la oferta futura, las novedades son escasas. Solo una mina significativa —Platreef, ubicada en la rama oriental del Complejo Bushveld en Sudáfrica— está prevista para comenzar producción a corto plazo, lo que no aporta un alivio inmediato al mercado.

El complejo minero sudafricano, tradicionalmente la columna vertebral de la producción mundial de metales del grupo del platino, enfrenta crecientes limitaciones estructurales. Décadas de infrafinanciación, junto con el agotamiento geológico de sus yacimientos, hacen que incluso un aumento significativo en los precios difícilmente logre traducirse en nuevos volúmenes de producción. En este escenario, la posibilidad de expandir la oferta de forma material se presenta estrecha, costosa y lenta. La combinación es clara: demanda sólida, oferta en contracción, déficits persistentes y un consenso inversor fundamentado en una narrativa que, desde nuestro punto de vista, no resistirá el paso del tiempo. Esta es, en nuestra opinión, la configuración clásica que precede al inicio de un mercado alcista.

Como señalamos al inicio de este análisis, el momento para invertir en metales del grupo del platino y en las compañías productoras es ahora.

Peak shale en un entorno de máximo pesimismo

El fin del crecimiento imparable del shale representa probablemente el cambio más profundo en el mercado petrolero global en décadas. La revolución del shale estadounidense, ese motor que transformó la oferta moderna, no podía sostenerse para siempre; era cuestión de tiempo que alcanzara su techo y comenzara su declive. Según nuestros modelos, ese punto de inflexión ya ha llegado: 2024 parece ser el año en que el shale tocó su máximo, para empezar a estabilizarse o incluso declinar.

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